ESPACIOS Y ESTRUCTURAS
La base del adiestramiento canino

Presentación
Este trabajo pone en valor los protocolos enseñados en la primera etapa del adiestramiento cognitivo-emocional como base imprescindible para construir un binomio guía-perro eficaz. Se propone un diseño estructurado de trabajo basado en espacios de aprendizaje y estructuras de adiestramiento, destinado a tutores que deseen establecer o fortalecer una relación satisfactoria y saludable con su perro.
Además de los espacios de juego y calma aprendidos en el curso profesional de EDUCAN, se añade un tercer entorno: el espacio de quietud.
Dos pilares fundamentales sustentan el vínculo entre guía y perro: la vinculación y la comunicación. Ambos se trabajan en esta primera fase del adiestramiento, incidiendo en la salud emocional del perro, su capacidad de gestión emocional y en la consolidación del vínculo con su tutor. El código de comunicación esencial introducido en esta etapa proporciona una base estructurada que facilitará la aparición y consolidación de conductas futuras.
Este modelo promueve la motivación intrínseca al apoyarse en el moldeado de conductas innatas, favoreciendo el aprendizaje y estableciendo una relación social equilibrada. Sus beneficios se extienden a:
- La enseñanza de nuevas conductas.
- El tratamiento de problemas emocionales o de comportamiento.
- La mejora de la calidad del vínculo perro-tutor.
Aplicaciones clave
- Enseñanza de conductas: el nivel de vinculación y comunicación logrado en la primera fase determinará el éxito y la fluidez de las etapas posteriores.
- Gestión emocional: se trabajan aspectos clave como activación, desactivación, resiliencia, autocontrol y estrés.
- Relación perro-tutor: se afianzan la confianza mutua, los roles sociales y la comunicación no verbal.
Espacios: escuchar para comprender
Los espacios de juego y calma son encuentros estructurados en los que uno de los integrantes del binomio invita al otro a una interacción. En ellos se establecen reglas compartidas que permiten construir una relación basada en la cooperación y no en la jerarquía. Estos encuentros exigen una escucha activa por ambas partes.
Trabajando con instintos y emociones de valencia positiva, se favorece una asociación emocional del guía como figura segura, lo que potencia el vínculo. Al mismo tiempo, se estimulan las redes sociales cerebrales del perro, fundamentales para su bienestar emocional.
Espacio de juego: ni tú ni yo, sino todo lo contrario
Este espacio se activa con una invitación lúdica y se estructura con reglas progresivas. El juego genera emociones positivas, lo que lo convierte en un contexto ideal para introducir el código de comunicación graduado, facilitando su integración en la imagen mental del perro.
Se moldea la secuencia instintiva de caza (morder, sacudir, transportar), trabajando desde un lenguaje innato del perro para introducir aprendizajes significativos. Al mismo tiempo, se ejercitan habilidades como:
- Compartición de recursos.
- Gestión de la mordida.
- Control y autocontrol en contextos de excitación media.
- Capacidad de resiliencia.
- Activación de redes del no hacer.
Espacio de calma: equilibrando la balanza
Este espacio busca restablecer el equilibrio homeostático del perro y actúa como termómetro de su estado emocional y del avance del trabajo conjunto.
Se emplea la estimulación táctil y auditiva (voz y caricias) para inducir un estado emocional placentero. Es clave el modelado de manos para conocer puntos de contacto óptimos y regular la intensidad del estímulo.
Beneficios del espacio de calma:
- Mejora de la salud emocional general.
- Incremento de la resiliencia y gestión del estrés.
- Refuerzo del vínculo afectivo con el tutor mediante una imagen mental positiva y simple.
Estructuras: caminante no hay camino
Las estructuras aportan dirección y forma al trabajo conjunto, partiendo del vínculo y la comunicación generados en los espacios. Son sistemas organizados con principio, desarrollo y fin, orientados a alcanzar objetivos concretos de aprendizaje o cooperación.
Lo fundamental en este trabajo es la claridad: de manejo, de reglas, de comunicación, de tiempos. La claridad favorece la estabilidad emocional y la comprensión del contexto, permitiendo al perro formar conceptos de forma orgánica.
Aunque existe una estructura, no hay rigidez: se mantiene la escucha mutua y el refuerzo del vínculo. Las estructuras son espacios de consolidación de las dinámicas sociales del binomio.
Se activa el trabajo con una invitación del tutor a través de medios como la guía, las manos o refuerzos externos. Es crucial que el perro esté motivado, tanto de forma intrínseca (por la tarea) como extrínseca (por el refuerzo), para sostener un buen nivel de atención y compromiso.
Herramientas dentro del trabajo de estructuras
- Modelado de manos y correa: claves en sesiones terapéuticas y ejercicios cooperativos. Ejemplos: subir/bajar obstáculos, espera-tuyo, cuidado higiénico, paseos dirigidos, trabajos olfativos.
- Luring: útil para entrenar la propiocepción y mejorar resiliencia, control y gestión del miedo.
- Conductas marco (sentado, tumbado): permiten desarrollar la permanencia de forma progresiva.
Espacio de quietud: presente infinito
Este espacio se introduce como complemento a los anteriores, con un enfoque desactivante y profundamente relajante. Su objetivo es fortalecer la vinculación, confianza y empatía del binomio, actuando además como reductor del estrés.
Fases del espacio de quietud
- Aproximación no directiva: tutor se sienta/tumba cerca del perro sin indicaciones. La vinculación previa facilitará la cercanía espontánea del perro. El tutor reduce estímulos cognitivos manteniéndose en un estado de observación detallada y sin expectativas.
- Sintonía respiratoria: ya tumbados, el tutor sincroniza su respiración con la del perro, manteniendo la atención visual y física en él. Se crea un entorno desactivante, sin imágenes mentales ni sonidos disruptivos.
- Conexión mantenida: se trabaja una imagen mental conjunta (vista cenital), se añade contacto físico suave (tocar una pata, caricias). Si el perro se duerme y el tutor permanece, se refuerza enormemente la asociación positiva con su presencia.
Este espacio puede realizarse con varios tutores si se respetan las mismas pautas.
Evaluadores del espacio de quietud
- Nivel de desactivación alcanzado.
- Progresos en sesiones de vinculación y calma.
- Aparición de señales afiliativas.
- Mejora en la sintonía durante tareas conjuntas.
Conclusiones
La vinculación es el motor permanente en la relación perro-tutor. A lo largo del proceso de adiestramiento cognitivo-emocional pueden variar otros factores, pero el vínculo será siempre el sustento principal.
Este modelo de trabajo, centrado en espacios y estructuras, busca fomentar un vínculo sólido y una comunicación fluida, especialmente útil para tutores que inician o desean reforzar su relación con el perro.
La combinación de estos elementos debe ser la base de cualquier relación consciente con un perro, más allá del adiestramiento formal. Los niveles de empatía (sintonía y sincronización) alcanzados con estas prácticas allanan el camino hacia fases más complejas del adiestramiento cognitivo, haciéndolo más efectivo y natural.